En el suave abrazo del silencio, nuestras almas encuentran el espacio para respirar, sanar, crecer y meditar
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Enseñando a meditar a niños de un orfanato
Meditando con niños huerfanos de una casa hogar
CASA RUAHH
Meditando con niños
2021
"El Silencio que Habló Voluminosamente: Enseñando a Meditar a Niños de un Orfanato
Hoy, quiero compartir una historia que me dejó sin palabras, una experiencia que tocó mi corazón de maneras que son difíciles de expresar con palabras. Es la historia de cómo enseñar a meditar a los niños de un orfanato se convirtió en un encuentro lleno de significado y conexión profunda.
Al entrar en el orfanato, fui recibido por la alegría y la vitalidad de los niños. Aunque sus circunstancias variaban, todos compartían un deseo innato de ser amados y comprendidos. Sabía que la meditación podía ser una herramienta poderosa para brindarles un espacio de calma y autocuidado.
La primera vez que nos sentamos juntos para meditar, no sabía cómo responderían. Los niños estaban acostumbrados al movimiento y la actividad constante, y pensé que pedirles que se sentaran en silencio podría ser un desafío. Pero en ese momento, algo hermoso sucedió.
A medida que cerrábamos los ojos y respirábamos profundamente, pude sentir cómo los niños se entregaban a la experiencia. Sus corazones inquietos parecían encontrar un remanso de paz en medio del silencio. Aunque la habitación estaba tranquila, podía sentir la energía concentrada de todos nosotros, creando un espacio compartido de serenidad.
Lo que más me conmovió fue cómo los niños abrazaron la meditación con corazones abiertos. A través de la práctica, aprendieron a explorar su mundo interior y a conectarse con sus propias emociones. Vi cómo algunos encontraban la relajación que tanto necesitaban, mientras que otros exploraban su imaginación y creaban mundos hermosos en sus mentes.
A medida que continuamos meditando juntos, comenzamos a crear una comunidad de calma y comprensión. Los niños compartían sus experiencias y cómo la meditación los hacía sentir. Las risas y los suspiros después de cada sesión eran testigos del impacto que tenía en sus jóvenes corazones.
Hoy, cuando recuerdo esas experiencias, las palabras no son suficientes para transmitir la profunda gratitud y la emoción que siento. Enseñar a meditar a los niños de un orfanato fue una experiencia que me mostró la resiliencia y la belleza que reside en cada uno de ellos.
Esta historia es un recordatorio de la capacidad de la meditación para sanar, conectar y transformar. A través del silencio compartido, los niños y yo descubrimos un lenguaje que trasciende las palabras y nos unió en un espacio de amor y comprensión mutua.